jueves, 12 de marzo de 2015

AVE FÉNIX SOLIDARIO. CHL. Curso UP de escritura 2015.

El héroe del sombrero vaquero del maratón de Boston


AVE FÉNIX SOLIDARIO
Carlos volvió con Jeff a su Costa Rica natal, el país de la selva bonita y los pájaros de colores. Un hermoso lugar donde perderse para escuchar la música del agua y del viento, acompañando a los miles de trinos de múltiples diferentes aves y cientos de sonidos selváticos más. Un país de fábula del que Carlos había salido con su familia  buscando un futuro mejor en la tierra de promisión de nuestra era, los Estados Unidos de América.
Sus padres encontraron un buen trabajo. Carlos y sus hermanos, todavía mejor. ¿Cómo se llamaba aquello? ¡Ah sí, la sociedad del bienestar!
-       Carlos Arredondo ¿quieres por esposa a Lucinda Terrones? –
-       Sí, quiero –
-       Lucinda Terrones ¿quieres por esposo a Carlos Arredondo? -
-       Sí, quiero –
Y se fundieron en un abrazo como de cuento, en la pequeña iglesia tejana de arquitectura colonial española. En su casita con jardín vivieron felices y crecieron sus hijos,  Alex y Brian.
Alex entró orgulloso en el ejército americano. Causaba estragos entre las chicas con su impecable uniforme. Alex no llegó a conocer la operación “Nuevo Amanecer”, cayó durante la Ocupación de Irak. No hay palabras para expresar el terremoto de dolor que removió los cimientos de la familia Arredondo. Carlos y Lucinda, Lucinda y Carlos, cada noche sólo tenían lágrimas, gritos y reproches. Cada uno culpaba al otro de haber alentado al chico a hacerse “marine”. La tierra se movió bajo sus pies, una profunda grieta se abrió y la pareja se deshizo sin remedio.
Carlos echó a andar detrás de Cindy Sheehan, “la Rosa Park del movimiento pacifista del 2005”, y su cruz fue una más de las miles de cruces blancas que sembraron el campo de Crawford protestando contra la guerra de Bush.  ¡Una cruz por cada hijo muerto frente al rancho del Presidente!
El corazón de Carlos recuperaba un poco de fuerza y de paz en la unión con los demás. Nada podía sustituir a su hijo muerto, nada le podía devolver la paz de su hogar; pero encontraba fuerzas para seguir viviendo ayudando a los otros. Ése era su renacer de las cenizas como Ave Fénix.
Estaba empezando a poder dormir por las noches, y a llenar sus pulmones de aire de nuevo, cuando le llegó el segundo golpe como un hachazo terrible del que pensó que no podría levantarse. “¡Brian, no, Dios, Brian, no!” le gritaron las entrañas por dentro cuando lo supo. Brian, su hijo pequeño, no pudo resistir la tensión y el desgarró y un año después del divorcio de sus padres apareció muerto una madrugada con una sobredosis de calmantes.
Cuando el destino te ha elegido como Ave Fénix, vuelves a recomponer tu figura desde el rescoldo y, sacudiéndote las cenizas, sales volando de nuevo. Tú no sabes cómo eso ha sido posible. Alguien o algo más fuerte que tú te ha elegido y no tienes que hacer sino dejarte llevar. Y ése era Carlos Arredondo, nuestro pequeño gran hombre, héroe inmenso de la vida cotidiana.
Sacando fuerzas de flaqueza acudió al Maratón de Boston con las fotos de sus dos hijos en su camiseta. Seguiría luchando hasta la muerte por lo que creía justo.  Y, como un destino siniestro, estallaron las dos bombas asesinas en medio de la carrera. Carlos corrió hacia el mismo centro de la explosión buscando a quién ayudar… Y lo hizo, de nuevo renació de entre las cenizas, como el destino le hubiera marcado, esta vez como un ángel salvador sacando a Jeff de las mismas entrañas de la muerte. Por eso hoy estaban los dos en Costa Rica juntos, celebrando.


Carmen Hidalgo Lozano. 12 /03/2015

domingo, 8 de marzo de 2015

Igualdad de Género. Y mientras aún respiro.

Y MIENTRAS ¡AÚN RESPIRO!

Por Carmen Hidalgo Lozano. 2015
Clase de psicología en formación profesional. Se hablaba del duelo. La profesora nos invitaba a compartir experiencias.
Me levanté. Sentía mi cuerpo ágil, seguro, firme, como mi pensamiento, como mi decisión, como el futuro que veía claro delante de mis ojos, después de tanto tiempo y hablé:

Yo he sufrido malos tratos del padre de mis hijos. Un día dije ¡Basta, se acabó! y busqué ayuda. Casi no puedo creer que lo estoy contando. Y mientras ¡aún respiro!

GRACIAS A MI PUEBLO

     Gracias a la vida, que me ha dado una infancia feliz en mi pueblo. Pilar Geraldo me invitó, hace unos años, a colaborar con un escrito ...