LA RATITA PRESUMIDA
Por Carmen Hidalgo
Lozano. Septiembre 2016
Feliz porque mis manos todavía se posan sobre el teclado y
parecen obedecer a lo que les dictan mis pensamientos, feliz por las visitas
diarias de mi querida prima y feliz porque estoy viva a pesar de todo. Este año
no pisaré la Feria, quizás por eso la tenga más presente.
Fue el último fin de semana de feria del año pasado, el domingo
de madrugada. Serían las cinco de la mañana cuando la ambulancia de la Cruz
Roja llegaba a urgencias del hospital. Hasta veinticuatro horas más tarde no
tuve claro que esa noche habían bailado mis piernas por última vez. ¿Por qué
cogería el coche para volver a casa? ¿Acaso no sabía la cantidad de alcohol que
acababa de ingerir? Pero volvamos al aquí y ahora, la vida sigue.
Antes de ayer, día siete apareció por aquí mi prima Llanos,
iba hacia el parque para ver el inicio de la cabalgata y se detuvo a visitarme.
Ella misma pasó a la cocina a preparar la merienda y le pedí que me sacara un
pequeño delantal de la alacena. Cuando lo vio “¡Qué alegría!” Me dijo “¿Te
acuerdas de aquella feria? La abuelita nos bordó un delantalito a cada una, era
nuestro feriado, el mío tenía el gato con botas, no sé dónde estará, y el tuyo,
este, tiene la ratita presumida”.
¡Gracias querida abuelita donde quiera que estés!¡Tus manos
mágicas tejiendo sueños vuelven hoy para hacerme sonreír!
FIN